Foto: Mauricio Mora. Donde estés te bendigo, te mando mi corazón y amor eterno para cuando te conozca.  Pero no hay apuro en mi vida, sólo voluntad de un Dios Omnipotente que me ama.  Por eso, siendo honesta te diré que estoy disfrutando mucho de tu ausencia, tengo tiempo y energía extra para auto-explorarme, conquistarme y compartir con mis otros seres queridos, los cuáles son maravillosos, y sueño con que los conozcas. Este tiempo es realmente delicioso porque voy notando como cada vez necesito menos para ser feliz y soy más feliz con menos. Vivo mi presente a plenitud y disfruto de cada color de la vida.  Te lo digo sin ningún afán de que suene bonito o cautivarte.  Sé que lo que más me gustará de vos es que lo único que te impresionará será la honestidad, y por eso te lo cuento, porque esa es mi verdad.  Además admito que no siempre fue mi vida así.  Pasé tiempos difíciles, pero hice una excelente apuesta final cuando lo ¨perdí todo¨ a cambio de quedarme con

Querido Niño Jesús,   Esta vez más que con un deseo, vengo con una necesidad.  Puede sonar como una petición egoísta pero necesito mi navidad.  Por favor silencia las voces externas y calma las aguas de mi espíritu, aún en medio del inevitable caos decembrino.  ¿De dónde sacaré la sonrisa festiva si antes no vienes vos a nacer en mi corazón y llenarme de paz?  Sabés que me encanta este tiempo, pero a la vez entiendo perfectamente a quienes no.  Es tan fácil desear tanto en esta época, que no me sorprende que muchos se recarguen y depriman escuchando villancicos.  Por eso sé que es tiempo de solidarizarse y lo haré, pero si antes no vienes, no tendré nada que dar con alegría.  Rompe mis muros, visita mis entrañas, camina mis rincones oscuros y absorbe todos mis vacíos.  Quiero y necesito de tu amor desbordante, que me alivia y sana.  Ese es el único regalo, que hará desaparecer el hambre de cualquier otro regalo, y eso es lo que deseo, una navidad

  Vivir esta etapa de mi vida tomó de un proceso de autoexploración en el que descubrí la verdad de lo que dijo Facundo Cabral, el paraíso no está perdido, está olvidado.  Y aún hoy me cuesta trabajo romper con hábitos mentales nocivos y productores de amargura, pero sé que la decisión es siempre mía.  En el presente, o sea, el único lugar en el que viviré mientras tenga los pies en esta tierra, tengo dos opciones: vivir el momento como realmente es, o vivirlo como una fantasía de mi mente, mezclando el pasado con el futuro.  En la primera opción, ya mismo estoy sentada frente a una ventana, al otro lado de ella el sol ilumina y hace brillar un árbol de jocote y unas pastoras floreadas.  Me llega también el sonido de la película que mi hermano y sobrina ven en la otra sala.  Noto que es un milagro el querer tanto a dos seres humanos, que el solo hecho de que estén ahí hace que el sol brille más.  Doña Xinia, como de costumbre, parece hormiga, de un lado a o