Vivir esta etapa de mi vida tomó de un proceso de
autoexploración en el que descubrí la verdad de lo que dijo Facundo Cabral, el paraíso no
está perdido, está olvidado.
Y aún hoy me cuesta trabajo romper con hábitos
mentales nocivos y productores de amargura, pero sé que la decisión es siempre mía.
En el presente, o sea, el único lugar en el que
viviré mientras tenga los pies en esta tierra, tengo dos opciones: vivir el momento como realmente es, o vivirlo como una fantasía de mi mente, mezclando
el pasado con el futuro.
En la primera opción, ya mismo estoy sentada
frente a una ventana, al otro lado de ella el sol ilumina y hace brillar un árbol
de jocote y unas pastoras floreadas.
Me llega también el sonido de la película que mi
hermano y sobrina ven en la otra sala.
Noto que es un milagro el querer tanto a dos
seres humanos, que el solo hecho de que estén ahí hace que el sol brille más.
Doña Xinia, como de costumbre, parece hormiga, de
un lado a otro de la casa.
Pero si le presto real atención a sus pasos
diligentes me doy cuenta de que me hablan.
Me cuentan de alguien que se ganó el respeto de
todos aquí, por tener la delicadeza de realizar su trabajo con esmero y honestidad constantes.
Eso es lo que mis maestros espirituales llamarían estar
atento al presente.
Sólo viviendo así descubrimos que la vida está
llena de milagros, hasta en los rincones más sencillos, como la silla en la
que estoy sentada.
Definitivamente Dios nos puso en este mundo repleto de
prodigiosa creatividad para que la notáramos y nos maravilláramos a cada
instante.
Es una lástima que tantas veces por andar muy
ocupados ¨pensando¨, etiquetando, asumiendo, señalando, recordando, anhelando, no notamos las maravillas que nos rodean.
No hace mucho tiempo, ¨mi vieja yo¨, hubiera
estado en esta misma silla, pero experimentando un momento totalmente distinto.
Conociéndome, hubiese hecho recuento de
los lugares más productivos en los que debería estar en lugar de aquí.
Solía enfocarme mucho más en las personas que deseaba que estuvieran o escribieran, en lugar de usar esa energía en apreciar a los seres extraordinarios que frecuentemente me rodean.
¿El brillo en el árbol?, en serio no creo que lo notara, demasiado ocupada pensando en el brillo de los lugares a los que
planeaba llegar.
Y nada de eso parecía descabellado, de hecho
pensaba que toda esa especie de negación al presente, era lo
que me mantenía apuntando a cosas mejores, error.
Hoy aprendí que con esa mentalidad, se coarta la
inspiración, y se lucha, pero desde un lugar de escases, en donde la belleza
que trasciende y eleva, casi no se puede ni palpar, menos comunicar.
Ahora entiendo que el primer paso para avanzar se da abrazando al presente, con todas las maravillas que él contiene.
Esa magia es el combustible, la inspiración de
todo lo que nos transforma y lleva a donde tenemos que estar.
Con amor,
Carolina
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