Cuidadito con la enfermedad de la “belleza”

Rescatando frases trilladas
 “La belleza más importante es la interior”, hasta escribirla me da aburrimiento, de las veces que la escuché decir vagamente.

 Carajo, como es que se nos pasa la vida y no nos damos cuenta de que nunca podremos ver nuestra cara porque tenemos los ojos pegados a ella y eso tiene que ser por una razón.

 Me hubiese encantado entender la profundidad de ese hecho desde niña, cuantos complejos y complicaciones me habría economizado.

 La belleza interna, más que una cualidad de bondad floja y permisiva, como a veces se proyecta, es la fortaleza para apreciar lo que tenemos cuando lo tenemos y así poder disfrutarlo y soltarlo en el momento correspondiente, con la paz de haberlo valorado.

 He llegado a considerar seriamente las palabras de mi admirado Ignacio Larrañaga cuando dijo que la belleza externa podía llegar a ser una fuente inagotable de desdicha si no se aprende a manejar.

 Si una persona se cultiva desde el amor propio y hacia los demás, se enamora de lo que ve en el espejo y lo acepta con alegría.

 Pero si lo que ve sólo le gusta, y no lo expande hacia el interior, empezará a sentirlo en forma de ventaja ante los demás, lo que le quitará impulso al cultivo de otros planos vitales de la existencia humana y esa belleza entonces enferma.

 Cuidadito hermosas y hermosos, no se enfermen de merecimiento, lamentablemente la felicidad no se merece, se lucha, esa es una verdad que no perdona ni al más bello.

 La única belleza que podemos sentir claramente recorriéndonos el cuerpo, es la del jardín interno, la que nos llena de amor hacia toda la Creación.

Con cariño,
Carolina.

Foto: Carolina Ureña. Río Celeste, Costa Rica.