Padres gigantes

Mi hadita quinceañera, cuántos sentimientos me inundan al pensar que ya son quince años de que naciste y nos cambiaste para siempre la vida con ternura y magia.
Desde muy niña eras profunda y reflexiva, interpretabas canciones con letras penetrantes y las enmarcabas en tu mundo, ahora sos una señorita sensible y mesurada, que lee los mismos libros que yo y los encuentra interesantes.
Siempre he sospechado que eso a la vez de que enriquece tu mundo y el de todos a tu alrededor, te ha hecho sentir extraña y aislada en ocasiones.
Lo sospecho porque en mucho de vos me veo reflejada a mí, y ese es sin duda de mis más preciosos regalos.
Acá tenés a una tía que te ama con locura, y que siempre va a estar para vos.
Te llevo años y con ellos paraísos y pantanos, que quiero que vivás con mayor libertad y sabiduría que yo.
Te deseo una vida despeinada y más feliz que sonriente.
Por sobre todas las cosas confía plenamente en quien te talló con amor infinito.
Confía, confía y confía, Él vive en cada latido, sentimiento, pensamiento, detalle y generalidad tuya, y te hizo perfecta para un gran plan.
Lo que te hace distinta es tu talento, reconocelo y dejalo que se manifieste.
Por medio tuyo muchos recuerdan lo especiales que son por sólo existir, y me incluyo.
Con amor,
Carolina.
Comentarios
Publicar un comentario