Una noche de estas una querida amiga me dijo: ¨A mí me gusta de mi esposo que tiene sensatez y asertividad para hacerme ver cuando me estoy equivocando.¨
Mi amiga tal vez no se imaginó, pero su comentario me resultó tan valioso, soy afortunada de tenerla como amiga.
Tal vez en tiempos de lamentables femicidios este discurso no resulte popular, porque se puede malinterpretar como si diera pie a soportar agresiones, pero a mí la vida me enseñó que es todo lo contrario.
Si no tenemos profunda humildad para observar y aprender de nuestro entorno, sin querer podemos adquirir una actitud anárquica en donde, a como puedo ignorar la crítica más sensata, puedo permitir el más hostil y dañino maltrato.
Y así es como vamos cayendo en un círculo donde con tal de no escuchar una crítica o solucionar sanamente un conflicto, permitimos la infidelidad, el aislamiento de familiares y amigos o hasta un manotazo.
¿Usted cree que las víctimas de agresión no hacen intentos sinceros por salir del círculo y que por eso a veces l@s matan?
Le aseguro que hacen miles de sinceros y genuinos intentos.
Pero cada caso es tan único y complejo que desistematizarlo puede resultar más difícil que cualquier ecuación matemática.
Por lo mismo no se vale venir a jugar de genio y subestimar los esfuerzos de cada víctima, lamentablemente 8 en Costa Rica este año ya se llevaron a la tumba sus historias y nunca conoceremos su versión.
Yo sólo deseo humildemente compartir lo que la vida me enseñó, liberarse toma mucho más que volverse una mujer de hierro a la que no se le pueda decir ni ¨A¨, ojalá fuera así de sencillo.
Es más bien un camino de auto aceptación y conocimiento, de tener clara, pero CLARÍSIMA la fina línea que separa lo permisible de lo no permisible, lo negociable de lo no negociable.
Va por la vía de abrazarse y amarse a una misma y entender que aceptar errores no nos hace menos.
Va por la vía de distinguir entre una sana crítica o un comentario alerta amarilla, verde o roja y accionar según lo requiera.
Va por la vía de salir de la inercia y la autosuficiencia y buscar ayuda cuantas veces sea necesario.
¨Pero un día me di cuenta que si quería superar el dolor, tenía que parecerme más al agua y menos al hielo. Porque cuando los árboles cayeron en el hielo el río se quebró, pero cuando las ramas cayeron sobre el agua corriente, el agua abrazó su peso y fluyó alrededor.
Los árboles y el agua invernal me enseñaron que el dolor es mucho más agudo y dañino cuando se le recibe con la tensión y la solidez del hielo. ¨ Mark Nepo.
Mi oración y abrazo a la distancia para cada víctima.
Con cariño,
Carolina.
Foto: Mauricio Mora.
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