A mi princesa

 Mi princesa fuerte y bella, hay quienes no se muestran complacidos de verte florecer y no te puedo negar que a veces me desilusiona la humanidad.

 Pero por eso hoy vengo a hacer lo que vos has hecho por mí antes: recordarte que las buenas noticias son más y poderosas.

 Dios tiene tu vida en sus manos y de los retos sacará maravillas porque su luz y tu fuerza son ingredientes de la mejor receta.

 Aunque tome un par de respiraciones profundas darse cuenta, en esta historia no sólo hay un final feliz, si no un presente cargado de bendiciones color cielo, familia, amor, plenitud, trabajo, y sueños, y acá estoy yo para recordarte que juntas lo hemos comprobado.

 Sos tan amada por tu Creador, único testigo de cada noche en vela, de cada esfuerzo sacado de donde no había ya energía.

 Y para nosotros que tenemos la dicha de tenerte alrededor, sos alegría, dulzura, lealtad y amor hasta el final y más allá.

  He de admitir que a veces deseara tener una varita mágica para convertir en sapo al que te haga daño, pero en el fondo sé lo innecesario que eso es.

  En este cuento la realidad es tu mejor amiga porque en ella reside la voluntad perfecta de Dios.

  Bailá y  dormí como los ángeles, del resto se encarga el Todo Poderoso.

  No hay absolutamente nada que temer princesa de mi corazón.

Con amor eterno,
Carolina.