Mi ave Fenix

 Amiga, tu alegría y fortaleza quebraron un viejo molde en mí y nunca volveré a ser la misma después de esta prueba que hago mía porque quiero.

 Permíteme llorar con vos un ratito para después hacer fiesta en honor a la luz infinita que es tu vida.

 Tu llama el mundo no la puede apagar porque no es de este mundo.

 Como agradecerte suficiente por enseñarme que el Ave Fénix no salió de un cuento, si no que de seres humanos mágicos pero reales como vos.

 La veo clarísima, volando en todo su esplendor, en el brillo de tus ojos que paradójicamente ahora brillan más que nunca.

 Sí existen los milagros, se levantan cada día con vos a sonreírle al mundo y llenarlo de amor.

 Cada cabello de tu cabeza está en mi oración diaria y no puedo explicar lo privilegiada que me siento por ello.

 Tu firma de fuerza, ternura y fe la llevaré tatuada en mi corazón, como una de las más bellas lecciones de mi amado Creador, que con vos me explicó mucho de lo que se trataba estar vivo en verdad.

 Se trataba de no sentirse amenazado por ninguna sombra y te usó a vos porque no encontró a nadie brillando más.

 Poco puedo hacer por vos, ya Dios todo lo hizo y todo te lo dio.

 Pero necesito que sepás que acá estoy, lejos pero cerca y arrodillada cada mañana en tu honor.

Con amor inmenso,
Carolina