¨Estoy de novio conmigo mismo¨, leí una vez de Facundo Cabral, me sonó bonito pero casi imposible de aplicar y un poco innecesario.
¡No tardó esta escuela de la vida en enseñarme casi a la brava lo mal que estaba!
¿Imposible? Jamás, el auto amor es el instinto sagrado y natural que de bebés nos hace llorar por hambre o por frío.
¿Innecesario? Tan necesario que si no lo aplicamos nos volvemos seres co-dependientes, incluso paradójicamente narcisistas.
Foto: Mauricio Mora
Por algo el segundo mandamiento de la Ley de Dios es: Amar al prójimo como a usted mismo.
Note el orden cronológico: Primero me amo a mí mismo y después amo a los demás tal cual.
Dios todo lo hace perfecto y no nos pedirá hacer algo para lo que no estamos capacitados. En su sabiduría dejó implícito en ese mandamiento, que si no me amo yo primero, no podré amar a los demás de forma incondicional y sostenida.
Posteriomente la psicología nos vino a aclarar que por lo general el narcisista busca ser el centro de atención, precisamente porque carece de amor propio.
¨Por sello de fábrica todos los seres humanos somos pozos infinitos, que sólo un infinito puede llenar. ¨
Ignacio Larrañaga.
Todos tenemos la innegable necesidad de sentirnos importantes y amados.
Pero entiéndalo, si quiere encontrar al ser humano a cargo de darle toda esa aceptación, véase en el espejo y ámese.
Luego de entender esa dura, no por eso menos bella lección, empecé a practicar el crear ratos de soledad en los que ¨me salgo de mí misma para observarme desde afuera¨ y disfrutar de mi compañía.
Caí en cuenta de que tenía tanto que agradecerle a ¨ella¨.
En los momentos más difíciles de mi vida se agarró de lo que pudo con uñas y dientes para mantenerme en pie.
Hace ejercicio y se alimenta bien para fomentar mi salud.
Ni hablar de la lucha que emprende todos los días para vencer sus frecuentes pensamientos derrotistas y su necesidad casi obsesiva de tener un panorama claro de aquí a 15 años, es una lucha de día a día, minuto a minuto, contra comportamientos nocivos de los que ha tenido que desprenderse para hacerme feliz. Y la lucha sigue.
Ella es maravillosa, yo la amo, y nunca podré terminar de agradecerle todo lo que ha hecho por mí.
¡Qué delicia su compañía, nunca estoy sola, la tengo a ella!
En mi humilde opinión la razón por la que los evangelios casi no mencionan a María es porque ella tenía una autoestima tan sólida y madura que no quiso nunca ser el centro de atención, no lo necesitó, ni tan siquiera para ser la motivadora del primer milagro de Jesús.
Con toda sinceridad le digo que nunca se arrepentirá de descubrir su castillo interior, no es un camino fácil, pero sin duda la belleza de la que usted es depositario, lo sorprenderá.
Con cariño,
Carolina
Foto: Mauricio Mora
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