Rockefeller Center, New York. Foto: Carolina Ureña.
Este domingo se cumplen 15
años de que se vivió el terror en la ciudad de New York, con el atentado de las Torres Gemelas, hoy recuerdo con admiración a
quien me dijo sobre dicha tragedia:
¨…Me hizo más humilde, el ser humano debe
hacerse más humilde, reconocer que no es un Dios, que debe pedir, implorar.¨
Monseñor Hugo Barrantes como
de costumbre me hizo ¨cable a tierra¨ con sus palabras, tan claras y profundas
a la vez.
Ésta y cada tragedia, nos debe
hacer más humildes.
Consciente o inconscientemente,
en el lugar correcto o incorrecto, todos, ¡incluso los terroristas!, lo que
buscamos es llenar nuestros vacíos internos.
Pero a mí la sabia vida, en
medio de duras lecciones me contó que no se trata de llenar espacios, se trata
se deshacerse de ellos, de toda ínfula de grandeza.
En esta dimensión, donde lo
único seguro, es que nada es seguro, la paz radica en despojarse de toda
soberbia, capricho, deseo obsesivo, vanidad, en una palabra: ego.
Y no es fácil, es una labor
continua, al menos para mí.
Y aunque a veces caiga, lucho por
levantarme, porque hoy entiendo muy bien por qué Jesús dijo en el sermón de la
montaña: ¨Bienaventurados los pobres en espíritu¨.
No creo en la paz mundial, en
nombre de la misma se han cometido muchas injusticias, creo en la paz interior, que genera paz a su alrededor.
No creo en la masa que nos
homogeniza, todos somos profundamente singulares.
Pero Jesús dijo: ¨El que cree
en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes¨.
Eso quiere decir que no
importa cuál sea su circunstancia, la paz es posible para su vida.
Pero empiece por ser lo
suficientemente humilde como para ceder el control a quien colocó en su corazón
el deseo de perennidad y paz.
Después de todo, el resto, los
imperios y poderes humanos pueden ser destruidos en segundos cuando menos lo
imaginemos, como sucedió hace 15 años.
Sinceramente,
Carolina.
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