El proceso más hermoso de mi vida

 De unos años para acá, en realidad no muchos lamentablemente, disfruto de espacios en donde me sobrecoge el gozo y la paz.

 Ellos forman parte de un proceso, el más hermoso de mi vida, en dónde en el silencio de mi mente me encuentro con Dios.

 Lo anterior me ha hecho encontrar inmensa profundidad en las palabras: ¨si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos¨ Mateo18:3.

 En mi experiencia personal, algo increíble de estos periodos de alegría inexplicable, es cuánto me evocan a mis primeros años de infancia, cuando gozaba de una mirada fresca, pronta al asombro, libre de excesiva actividad mental, por lo tanto libre de pasado y futuro pero atenta al presente.

 Creo fervientemente en que la invitación de Jesús a ser como niños es un llamado a vivir más y pensar menos, para encontrar la verdadera alegría, la que no necesita razones y por lo tanto no nos puede ser arrebatada.

 Nuestra mente es un instrumento maravilloso, pero cuando nos identificamos por completo con ella, nos desconectamos de nuestro verdadero ser, el único capaz de experimentar ¨la paz que sobrepasa todo entendimiento¨ de la que nos habla Pablo en Filipenses 4:7.

 Estoy convencida de que Jesús nos invita a conectarnos con un tipo de inteligencia superior, que supera nuestras mentes, nos vuelve intuitivos, creativos, bondadosos, sencillos y felices.

 Con cariño,
 Carolina.

  Foto: Mauricio Mora