Foto: Carolina Ureña Italia, Ruinas de Pompeya (enterrada en el 79 d.C por la erupción del Vesubio)
Azulejo de pareja romana.
La sanidad de una persona que se sabe independiente, y que es feliz sola o acompañada, coexiste en perfecta armonía con el deseo de encontrar una pareja para compartir la dicha de vivir.
El asunto está en entender que mientras esa persona llega, la vida no se detiene, sigue brillando en todo su esplendor.
Por eso quiero compartir una carta que hice hace algunos días, a un hombre que aún no conozco, pero Dios sí.
Es hermoso tener fe en lo bueno, nos motiva a construir las herramientas que nos ayudarán a aprovechar al máximo la oportunidad en el momento que se cruce en el camino.
Cuando menos se lo espere, el amor de su vida aparecerá, y usted deseará estar preparado para cautivarlo a él o a ella, por eso yo hoy, aunque no sepa quien es, le digo al mío:
Mi amor,
Un día como hoy, en la mañana, cuando aun no me he terminado de despertar y hacer el arranque para la lucha diaria, saber que por ahí andas en algún lugar del mundo, soñando conmigo aún sin conocerme, me llena de fuerzas y me da un enorme impulso para levantarme de esta silla y seguir.
Seguir tras esas que llamo pequeñas glorias, que en parte son constructoras de nuestro sueño dormido que un día despertará cuando nos conozcamos.
Seguir, luchar por mantenerme sana, fuerte, independiente, pero sobre todo feliz, por eso ante todo cuidando mi relación con Dios.
Es Él al fin y al cabo el que nos dará la capacidad de amarnos tanto como lo haremos, y por una eternidad, el mundo no entiende de esos amores, vos y yo sí, porque lo conocemos a Él, la fuente inagotable de amor, que le da sentido al sacrificio, la entrega y la compasión que son una decisión diaria en el amor.
Gracias por existir, gracias porque estoy segura de que vos al igual que yo, te preparas día con día para el momento en el que nos daremos un sí eterno. Hasta siempre.
Carolina.
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