Es tan fácil

 ¨¿Y qué de la vieja serpiente que no puede librarse de su piel y llama a todos los demás desnudos y desvergonzados?
 ¿Y de aquel que llegó temprano a la fiesta de bodas y, cuando está cansado y harto, se aleja diciendo que todas las fiestas son inmorales y los concurrentes violadores de la ley? 
 ¿Qué diré de ellos sino que están también a la luz del sol, pero dando al sol la espalda? 
  Ven sólo sus sombras y sus sombras son sus leyes. ¿Y qué es el sol para ellos, sino algo que produce sombras? Profeta de Gibran.

 Cuando leí esas palabras inmediatamente supe que las guardaría en mi corazón, vi en ellas reflejados tantos episodios de mi vida.

 Es que es tan fácil ver de largo el producto del esfuerzo ajeno y deshonrarlo.

 Lo difícil es encarnar el esfuerzos y los sacrificios.

 Lo duro es luchar hasta el final, aun cuando ya las fuerzas no dan y la meta se vislumbra lejana.

 Es tan fácil ver lo que a otro supuestamente le sobra y sentirse merecedor de una parte sólo por el hecho de necesitarlo.

  Lo que cuesta es vivir la necesidad con esperanza y enfocado en buscar la superación personal, sin autoconmiseración, y sin caer en el error de pensar que otros deben velar por la solución de nuestros problemas.

 Es tan fácil acompañar a alguien en la celebración de sus éxitos, y quererse bañar de ellos.

 Pero le aseguro que ese éxito tuvo un preámbulo de noches oscuras, solitarias y llenas de dudas, ¿estuviste en ellas también?

 Sin duda hay seres de luz, a los que la oscuridad sólo hace brillar más. Pero hay también oportunistas, ¨serpientes que no se han podido librar de su piel¨ diría el sabio profeta de la obra de Gibran.

 A ellos nunca debemos permitirles robar nuestra fe en el bien.

 Dios es paz y bien, y para nosotros sus hijos ambas son fuerzas irrevocables, intocables para la envidia y el mal.

 Con amor,
 Carolina