Sigo sufriendo por mi ex como el primer día que me separé de él

 Un día de estos me visitó una de esas amigas que son como un rayito de luz, que te iluminan con su alegría y fortaleza, a prueba de tormentas.

 En nuestras reuniones, los minutos cuentan y por eso la desarrollada habilidad para pasar de las bromas a los temas existenciales más profundos.

 En un momento, después de estarnos riendo a carcajadas, vi su cambio de semblante y me preparé, sentí como si trajera algo en el corazón a punto de explotar.

 ¨Amiga, le he hecho creer a todo el mundo, y a veces a mí misma lo contrario, pero la verdad es que sigo sufriendo por mi ex como el primer día que me separé de él¨.

 Si consideramos que ambos sostuvieron una relación seria y apasionada por más de una década, nada habrá para sorprenderse, pero si tomamos en cuenta que se terminó hace más de 3 años, entenderemos un poco su preocupación.

 ¨Me hiere ver como él hace público en sus redes sociales el hecho de que ama a su nueva novia, y como hace con ella las mismas cosas que hacía conmigo.¨

 Cuando me dijo eso sentí como si hubiese salido a la superficie la razón de por qué sigue tan fresco todo en ella.

 Después de que admitió que era casi adicta a secretamente revisar los perfiles de su ex-novio en las redes sociales, no pude más, le dije:

 ¨Querida, ya sé cuál es tu problema¨ y le recité algunas frases de mi más reciente descubrimiento bibliográfico.

 ¨El cerebro es un montón de células, y usted decide a cuáles de ellas estimular. Todos tenemos la habilidad de decidir en qué enfocarnos, y por lo tanto la habilidad de decidir hacia donde dirigir nuestros circuitos mentales.¨

 ¨Es vital que entienda que entre más usted le permita a sus células cerebrales hacer algo, más lo harán después sin su consentimiento.¨

 ¨Por eso es que la paz consiste en soltar pensamientos, y la decisión sólo la puede tomar cada quien.¨

 Las anteriores son palabras de la neuro-científica Jill Bolte Taylor.

 Ella sufrió un derrame cerebral durante el cual permaneció consciente y pudo distinguir lo que la actividad o inactividad de los distintos hemisferios de su cerebro provocaban en su persona.

 Fue maravilloso ver el rostro de mi amiga iluminarse con mi relato.

 Ella comprendió que cada vez que revisaba las redes sociales de su ex-pareja, estimulaba en su cerebro a las células encargadas de hacerla sufrir, las cuáles la hacían revivir las veces que se prometieron amor eterno.

 Es un hecho científico, tenemos la habilidad fisiológica para dejar de sufrir por lo que ya pasó, pero antes debemos decidir cambiar la dirección de nuestros pensamientos.

¿Sencillo? Tal vez. ¿Fácil? No, nuestra capacidad de acostumbrarnos es tanta a veces, que hacemos de la obsesión nuestra zona de confort.

 Créame que entendí a mi amiga perfectamente, he estado ahí, tan ligada a ciertos pensamientos que soltarlos duele al inicio.

 Pero el poder con el que Dios, en su amor, decidió dotarnos como seres humanos es enorme, tanto que subestimarlo puede ser más fácil, pero aprovecharlo, nos permitirá dejar atrás lo que sea que decidamos.

Con amor y fe en usted,
Carolina.