Sólo respira, mi árbol caído

 Te vi crecer y convertirte en sombra fresca, de ramas fuertes y puras.

 Yo no vi belleza mayor que la pureza y fortaleza de tu corazón.

 Si hoy inclino mi cabeza para contemplarte a vos, mi árbol caído, es porque tu fuerza me levantó a mí en muchos momentos.

 Y heme aquí, esperando a que algo necesités de mí, ¿qué más sería sensato?

 ¿Cómo consolar a la fuerza?

 ¿Cómo iluminar a la luz?

 ¿Cómo aconsejar a la bondad?

 Yo hoy me quedo sin palabras viendo tus ramas en el piso, pero es que Dios me está enseñando que hasta los troncos más fuertes caen.

 Mi árbol, mi presencia santa y silenciosa, siempre noble hacia mi debilidad.

 Aquí a tu lado estaré hasta el final, pase lo pase, incondicionalmente, si estoy viva es para eso, para hacer honor a lo que siento.

 Esperaría un siglo si fuera necesario, para ver a tu fe renacer, pero sé que no hará falta.

 Nada te podré decir que no sepás, pero te recordaré las veces que sean necesarias que sos árbol y estás vivo.

 Sólo necesitás respirar y Dios te hará florecer de nuevo, te lo aseguro.

 Y no es superstición, es simplemente la naturaleza de nuestro amante Creador.

 Puede que en estos momentos la tristeza no te permita sentirlo, pero eso no importa, basta con que lo sepás, Dios estará siempre contigo mi precioso árbol caído.

Con amor eterno,
Carolina