Hace unos días escuché a alguien decir una frase que me quedó resonando en la cabeza: ¨Pobre pero limpio¨.
Curiosamente en el inconsciente colectivo se ha relacionado el desorden y suciedad con la falta de recursos económicos, donde en realidad tienen muy poca relación.
Claro que sí se puede ser ¨pobre pero limpio¨, el orden y la limpieza tienen el poder de hacernos a todos iguales ante la luz de un esfuerzo que simplemente se hace o no se hace.
Si presta atención, quien se acostumbra a vivir en el caos, pareciera ni notar que así es, y deja esforzarse por crear ambientes de armonía a su alrededor.
Mientras que quien siente un gusto por el higiene y el orden, realiza esfuerzos constantes para mantenerlos, que muy pocas veces tienen que ver con algo material o monetario.
Con los años fui notando que las condiciones de vida no influyen en el orden, si no al contrario, es el orden quien influye en las condiciones de vida, porque en nuestro nivel inconsciente nos conectamos o desconectamos de ese placer que da la búsqueda de la armonía en todo aspecto.
La Licenciada en psicóloga clínica, Cindy Patiño, opinó al respecto que: ¨el ser positivos no sólo radica en el pensamiento, hay que ejecutar. Empieza en la mente pero sigue en la casa por ejemplo. El tener un hogar acogedor, que nos haga sentir bien con nosotros mismos, nos dará una sensación de bienestar inigualable¨
Así que piénselo, el tener un lugar en su casa para cada cosa puede ir más allá de encontrarlas cuando las necesita, se trata de tomarle el gusto al vino del orden y la armonía y que ellos se expandan en su día a día.
Claro que como con todo en este mundo, hay que tener un equilibrio, porque hay momentos también para permitir que los niños jueguen y ensucien, eso es también parte de un orden, del saber que hay un espacio y lugar para todo lo hermoso y enriquecedor de la vida.
Así es como yo concluyo que claro que si se puede ser ¨pobre pero limpio¨, y además pleno y feliz.
Con cariño sincero,
Carolina.
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