Y me enamoro cada día...

 Tú sabes amor de mis amores, que hay mucho por lo que vivo agradecida con vos.

 Pero tonto sería tratar de esconderte que en este momento específico más que agradecida me tenés sorprendida.

 Y sabés que todo lo pongo en tus manos y que a estas alturas aprendí a vivir de desapego, y que por lo mismo me desprendo del pasado con la facilidad con la que abrazo al presente.

 Y me enamoro cada día, más que de un ser humano, de tu presencia en mi vida por medio del amor.

 Y más me sorprendés cuando veo que el rompecabezas del trillón de piezas que un día tuve en mi interior, no se arma, mejor aún, se desvanece, para enseñarme la diferencia entre el capricho y el amor.

 Y me enseñaste que lo que vale la pena, se construye más que diariamente, de segundo a segundo, sin tiempo para repasar, fresco y real como el amor de verdad.

 Y como si fueras guardián de mis sueños, los veo ellos realidad en quien se ha convertido más que en mi dueño, en mi mejor cómplice y aliado.

 ¿Y cómo sé que es más que casualidad? Porque tanta cercanía no es normal entre quienes pudieran ser extraños.

 Y abrazo este momento sin miedo, viviendo cada día como la colaboradora de tus propósitos que soy.

 Gracias mi amado Abbá por sorprenderme con más de lo que esperaba, pero disculpame por sorprenderme con lo que ha sido tu costumbre desde incluso antes de las bodas de Caná.

 Tu esclava por amor,
 Carolina.

Pintura de Bartolomé Murillo. Las Bodas de Caná.