El evangelio de hoy una vez más me descoloca, y con la confianza que le tengo a Jesús, como mi mejor amigo que es, se lo digo: ¨No entiendo qué me querés decir con estas palabras, siento que a veces te contradecís¨:
Mateo 19, 23-30
¨Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
Los discípulos dijeron espantados:
Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús les dijo: Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.¨
Poco a poco me voy dando cuenta de que en medio de lo que de momento me desconcerta, encuentro claramente al personaje que sacudió mi vida y la lleno de sentido y felicidad.
Él no habló para complacer a nadie, ni trató de explicar lo inexplicable, fue intachablemente auténtico.
Por lo mismo a veces cuesta trabajo entenderlo.
Además su mundo no es de blancos y negros, si no de matices.
Claro y enfático, pero a la vez nunca de mente cerrada.
Sus palabras con frecuencia me confunden, pero a la vez son las únicas que sacian mi sed de agua viva.
Porque después de escudriñarlas, veo formada a la imagen de mi Salvador en ellas:
De momento tal vez hasta me chocó el evangelio de hoy, porque no soy rica, pero tampoco tengo nada en contra de quien lo es, digamos que no quisiera que todos se vayan al infierno.
Pero a como avanza la meditación, el amor se asoma más y más.
Jesús tampoco tiene nada en contra de los ricos, en su paso por la tierra lo demostró, a ellos los amo y ayudó tanto como a los pobres.
Él, mi Principe de la Paz, del Amor, de la Gloria, nos sigue salvando día a día con su palabra viva, de caer en los engaños de este mundo, bombardeado de información banal.
Su palabra cae sobre mí como cubos de hielo, fuerte, imponente, me desubica para limpiarme de influencias y redirigirme hacia la plenitud y la verdadera felicidad.
Y así mi vida va, formándose con su palabra y amor infinito, y en su calor dormiré cada noche, con la certeza de que con Él, nada me faltará,
Sinceramente,
Carolina Ureña.
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