Estoy convencida de que pocas cosas hay tan fuertes en este universo como el lazo de sangre que une a los hermanos, y ni hablar de los menores, porque los ves nacer y crecer.
Como si Dios hubiese querido darle un premio final a mi padre por su nobleza, de último le nació el varón, y de ahí en adelante tendría compañero para comentar cada partido de fútbol, desde la táctica hasta el arbitraje.
Ver tu desarrollo personal y espiritual ha sido un privilegio.
Recuerdo mi preocupación de verte tan ¨menudito¨ en la escuela, deseaba como protegerte hasta del viento.
Siempre nos unió la devoción por nuestros padres, nuestros bastiones y mejores amigos, pero durante años ambos tuvieron que trabajar tanto para sacar a la familia adelante que a mí se me antojó jugar a ser tu mamá y me lo terminé casi creyendo.
Atesoro en mi corazón algunos de esos episodios, como el momento en el que te enseñé a amarrarte los zapatos, o la mañana en la que te dije: ¨vení y ve como si sostengo la oración de la Santa Cruz las hormigas no me pican¨, y con una mano en el caminito de ronchadoras y otra sosteniendo la oración te hice la prueba.
Seguro Diosito se compadeció de la inocencia de ambos en aquel momento pero el asunto es que mi mano salió ilesa, tu actitud de asombro y fe me hicieron el día.
Y así fuimos, escribiendo un código con el que con miradas nos entendíamos.
No me enorgullecen los castigos que te propiné, hoy sé que no me correspondía y no debí hacerlo.
Pero extrañamente tampoco me duelen hoy, porque de corazón te digo que en el momento me dolieron más a mí que a vos, y cada vez te lo dije y te aclaré que lo hacía con amor y deseos de que aprendieras el valor de la disciplina.
Sólo en eso ocupaste un empujoncito, porque honrado y noble naciste.
Y mirate hoy, recogiendo el fruto de años de esfuerzo, disciplina, y lo mejor, de la bondad en tus acciones que no pasa desapercibida.
Gracias por darme triunfos, que si son tuyos son dos veces míos, gracias por estos años en los que las lágrimas las hemos dividido, porque también las hemos compartido.
Ambos sabemos que nunca estaremos solos mientras existamos, gracias, mil gracias.
Con sinceridad,
Carolina.
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