Paz a tus restos y memoria

 Sí, habían mejores salidas pero, ¿Quién podrá concebir el gran terror que se emplazó en tu mente para no darte ni un segundo de descanso? Sólo Dios. 

 Él únicamente puede juzgar lo que a mis ojos fue la más desafortunada decisión, pero que al final fue sólo tan tuya como el dolor que te llevó a tomarla. 

 La vida es así y ahora todos podemos opinar sobre una agonía que solamente vos viviste. 

 Que no te bastó la belleza, ni la inteligencia, ni el dinero, ¿y quién probó alguna vez que una de esas tres atrae a la paz?, que al cabo era todo lo que tu ser pedía a gritos.

 Pero nada de eso importa ya, ahora mi oración es que después de tanto desasosiego el Señor te sacie en su infinita paz. 

 Que con su bálsamo haga desaparecer tus heridas y te dé la vida que soñaste, no fantaseaste con lujos y admiración, esa fue la realidad que te tocó. Lo que soñaste fue una vida sin zozobra, y esa sólo la da Él. 

 A quien me diga que es difícil que mi oración por vos sea escuchada le recordaré las palabras con las que Jesús describió la actitud de Dios en Mateo 20, 14-15: 

¨Y qué si yo quiero pagar a éste que llegó a última hora lo mismo que a ti, ¿no puedo hacer con lo mío lo que quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar tu envidia?¨. 

 El Señor que en su generosidad te regaló tres flores que ahora en tu ausencia siguen adornando tu jardín, ha de haber escuchado mi súplica. 

 Paz a tus restos y memoria por siempre.

 Con cariño,

 Carolina.