Padres gigantes

 Una amiga cuyos aportes me encantan, compartió lo siguiente un día de éstos:

 La vida me ha enseñado de un horrible horrible engaño de la mente humana: sentirse delatada por el brillo de los demás.

 Hay una parte de la naturaleza humana que se percibe empequeñecida ante la grandeza ajena, pero analícelo bien, ¿no es eso una falaz mentira?

 La planta de fresa mide lo mismo a la par del diminuto trébol o del enorme eucalipto, la diferencia es pura ilusión visual.

 ¨La verdad os hará libres¨, Juan 3:32. Y ésta es una verdad que sin duda nos hará libres de la envidia, los complejos y resentimientos por inferioridad.

 No siempre resulta fácil pero para tener una vida plena es indispensable aprender a enfocarse en la lucha propia, sin compararla con la de los demás, recordando que de todas formas sólo cada alma puede saber la real naturaleza de sus luchas internas.

 La envidiada belleza de Marilyn Monroe fue tal vez lo que la llevó al borde del precipicio al final.

 Así que recuérdele a su mente que ella nunca sabrá lo que es realmente envidiable o no, así que mejor desearle lo mejor a todos, y ver en sus bendiciones la bondad de Dios que no excluye a nadie de una u otra forma.

 La envidia y las comparaciones con los demás son vicios mortales para el alma porque es imposible brillar enfocándose en apagar a los demás.

 Por otro lado es imposible no brillar cuando le permites al esplendor de tu alrededor iluminarte.

 Definitivamente que esta vida no se trata de dividir si no de multiplicar, multiplicar amor, bondad, fe y vida plena.

Con amor enorme,
Carolina.