Cierto, mi mente es como un pájaro, raramente se queda quieta en un punto, o sea le cuesta trabajo concentrarse.
Tal vez esa es una razón más por la que abrazo enérgicamente la enseñanza de Jesús, y del Zen, de mantenerse en el presente, porque me ayuda muchísimo a evitar errores y horrores.
Y aunque, en serio, no me apena para nada admitirlo, tampoco me promociono la etiqueta, y eso simplemente lo hago para no inducir al error.
El hacer generalizaciones sin mucho sentido es algo inevitable en las masas mecanizadas y con una perceptividad poco ejercitada, más aún si las mismas les sirven para sentirse superiores a otros.
Y si tienen por hobby ver telenovelas mexicanas y creen que Arjona es el mejor pensador de nuestra era, más propensos aún.
Lo cierto es que si usted me sorprende pensando que es viernes un jueves, no es porque sea tonta, si no que mi cabeza está dando mil vueltas alrededor de asuntos desde financieros hasta filosóficos, y no lo digo para que suene bonito, es la verdad y pregúntele a cualquier disperso.
Aveces aunque quiera no lo puedo evitar, otras no me da la gana, porque aprendí a amarme así y a aceptar la magia de mi mente ¨pájaro¨, que desde mi sofá puede volar por las montañas o sobre una tormenta eléctrica en medio del mar y hacerse mil preguntas aunque encuentre pocas respuestas.
No soy quien para decir que quien me etiquete este mal, pero tampoco para estimar que sea yo quien tenga un problema, todos cumplimos nuestro papel en este mundo fascinante.
Eso sí, la próxima que se tope con una mente dispersa le aconsejo que no la menosprecie, ni piense que ella no puede ver lo que usted sí, porque tal vez ella sencillamente está viendo más allá de donde otros ojos ya perdieron el interés.
Con cariño enorme,
Carolina.
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