Dejar de reprimirse no es pecado

 Respirar de tu Presencia es lo que siempre soñé aun sin saber.

 Los prodigios de tu mano providente los vi y sigo viendo, y uno de los mejores es el desapego.

 En tu pecho reposo tranquila, disfrutando de todo lo que la vida me presenta sin tener que llamarlo ¨mío¨ .

 Me enseñaste a valorar la vida por lo que no cabe en un armario, por lo superior, el amor, la paz, la naturaleza, el arte y la belleza de lo cotidiano.

 No me apego ni tan siquiera a la alegría o a la tristeza, porque asimilé que vine a este mundo para ser lo que soy a cada momento, sin necesidad de calificarlo, mucho menos de etiquetarlo de bueno o malo.

 Y ya no me engañan los estereotipos, yo me quiero parecer a Vos que a todo le permitís ser, incluso a mí con todos mis traspiés.

 Así te gusto, es más, me amás, sin ni tan siquiera tener que estar deacuerdo conmigo siempre.

 Y aprendí que a lo que llamamos ¨pecado¨, es a lo que me aleja de la perfecta confianza en tu sabiduría.

 Dejar de pecar no significa reprimir quien soy, todo lo contrario.

 Estaré en perfecta comunión sólo cuando confíe por completo en esa parte de mí, mágica, vibrante, que se sabe unida a los demás y a Vos, como ríos que se topan en el vasto mar.

 Es hermoso e imperfectamente perfecto esto de simplemente ser quien me hiciste.

 Sos Vos mi certeza de una vida plena.

 Con amor y adoración,

 Carolina.